lunes, 23 de noviembre de 2015

“¿CON QUE DERECHO Y CON QUE JUSTICIA PRACTICAMOS LA INJUSTICIA?”

En un mes de diciembre del año de 1511 durante la celebración de la Liturgia del tercer domingo de adviento; el sermón de  Fray Antonio  Montesinos, implosiono  en las mentes  de los españoles que hacían desgobierno con Diego Colón cuando se encontraban reunidos como simples destinatarios de la misión de los frailes dominicos en la  Iglesia de Santo Domingo,  ubicada en la Isla La Española, hoy Republica Dominicana y Haití.  El hecho ocurrió cuando éste  denunció  las injusticias  que se estaban cometiendo en contra de  sus habitantes en esos despóticos  tiempos de la colonia. Sin enlistar las ilegalidades cometidas por los colonizadores acentuó la   esclavitud de los nativos, la muerte por depauperación a causa de los trabajos forzados a que fueron objeto,  los malos tratos, la poca alimentación y las enfermedades que fueron contrayendo y que en ese tiempo muchas  eran terminales.
Todo ese índice de maldad sucedió  por la ambición desmedida de los colonizadores que expoliaron indiscriminadamente tanto el capital humano como el  recurso natural existente en el “nuevo mundo” descubierto presuntamente por el almirante Cristóbal Colon.  Estos se enriquecieron  ilícitamente utilizando todos los medios y el poder a su alcance para expropiar las  tierras que después  fincaron, explotando las  minas de oro y otros minerales valiosos en desmedro de los mismos indígenas a quienes utilizaron como “mozos” para el cometimiento de tales ilícitos,  sin más retribución por “los servicios prestados” que los vejámenes de los que fueron objeto.
Tal vez en parte tuvo razón  el académico Jafeth Cabrera, Vicepresidente electo de Guatemala cuando dijo en una ocasión que la corrupción generalizada existente en el país se debe a que fuimos conquistados y colonizados por los españoles.  –Sabemos que quienes acompañaron a Colón era la peor gentuza de la sociedad española en aquellos tiempos, entre ex presidiarios, ladrones y asesinos- A muchos sus declaraciones les causó una carcajada filosófica aunque la sociología podría  darle la razón.
A 504 años de distancia de la famosa denuncia del fraile dominico mencionado anteriormente y  en un contexto diferente  se puede decir que la substancia de esa famosa predica aún es actual “todos estáis en pecado mortal  y en el vivís y morís, por la crueldad y tiranía  que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con que derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Conque autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido?
 “¡Lo juro por la vida de mi madre que está muerta!” -diría Roxana Baldetti- ¡aún persisten la crueldad y la tiranía con estas gentes!,  lo pude constatar en fechas recientes al impartir una charla-taller sobre  derechos humanos basada en el sermón  del Padre Montesinos a una comunidad Kekchí  bastante numerosa. Durante el momento conclusivo vi sus rostros compungidos al retrotraer su mente y su pensamiento  a la vida en sus comunidades. El mensaje evocó, provocó y convocó muchos sentimientos encontrados, los cuales fueron aflorando al momento de su intervención:
 El rapto de sus abuelos, padres, familiares cercanos, vecinos y  demás por parte del Ejército de Guatemala para “el cupo” cuando el reclutamiento militar era forzoso, un método nada ortodoxo discriminatorio y violatorio de los derechos humanos.
El “uso y abuso” de los terratenientes al vivir en sus haciendas como colonos, explotación infantil para tareas del campo, servidumbre doméstica despiadada “desde que apunta el sol hasta que anochece” contándose hasta  12 a 15 horas de labores ininterrumpidas por sueldos miserables y sin ningún tipo de prestación.
Actitudes indeseables de parte de los COCODES y alcaldes auxiliares que en algunos casos se exceden en sus funciones, discriminación racial, poco acceso a la educación, a la salud y al techo mínimo entre tantas otras  flagrantes violaciones a los derechos humanos que “lloran sangre y que claman al cielo”.
Muchas de esas prácticas inhumanas rompen con la cultura y la cosmovisión de los pueblos indígenas y constituyen una amenaza hacia los demás.-
El grito de este primer defensor de los derechos de los indígenas en el “nuevo mundo”  aún se escucha y con más fuerza que nunca en todos aquellos lugares en donde la procuración del bien común  sigue siendo una asignatura pendiente. Es pronunciado por todas aquellas personas que defienden esa noble causa, pero muy especialmente por sus hermanos de la misma Orden religiosa que le dio cobijo, la Orden de Predicadores de Santo Domingo que en su permanente búsqueda de la verdad no se cansan en decir:
 “¿con qué derecho y con qué justicia se tiene en tan cruel y horrible servidumbre a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacificas...?

Jlriveirof