domingo, 2 de septiembre de 2018

"El precio de desentenderse de la política, es ser gobernado por los peores hombres"


Jlriveirof

      “Tuve en la vida tres grandes enemigos; dijo una vez Mahatma Gandhi: el menos complicado de ellos resultó ser el Imperio Británico; con el que encontré más dificultades fue con el pueblo de la India. Pero con quien tuve, tengo y tendré los mayores desafíos es con un tal Mohandas Gandhi”.
Lo puntualizado  por Gandhi nos lleva a suponer que en la vida siempre vamos a encontrar  factores internos y externos; que atentan contra la vida,  el estado de derecho, la buena gobernanza, la moral y la ética; la democracia y todo aquello que pueda frenar nuestro desempeño; incidiendo de forma gravosa en  nuestra cotidianeidad, y que pueda repercutir en la productividad y el desarrollo de nuestros pueblos, y en la libertad de expresión y locomoción de todos sus  habitantes.
 Sin duda alguna,  la trilogía enunciada por Gandhi,  son desafíos  latentes en ese  tal “Juan Chapín”,  encarnado en el guatemalteco medio de la época, que nos toca vivir.
     Al igual que Gandhi, intuyo, que, en la medida que ha transcurrido el tiempo, en el diario acontecer, nos hemos enemistado con tres cuestiones:
     La primera es con “la clase política”, que nos gobierna. Por ser una maldita casta parasitaria, que sangra en tan alto el presupuesto nacional, y que medra de los recursos del estado, viviendo a expensas de la sociedad trabajadora, que con sus impuestos tiene que sostener todos sus deleites. De tal suerte que en los últimos años, hemos sido testigos de cómo se han depreciado, en perjuicio de ellos mismos y del pueblo de Guatemala, que en ellos confió el destino de la patria. Ese rechazo hacia los políticos de parte de la sociedad civil, tiene lugar de forma justificada, por razones ampliamente conocidas, inclusive por aquellos que carecen de los más elementales conocimientos, respecto de la política:  
        a) por la profunda incompatibilidad entre lo que dicen y hacen. Su discurso de campaña es incongruente con el que practican, una vez alcanzado su cometido. Sino recordemos aquel discurso de “ni corrupto ni ladrón” que llevó a un comediante, a ocupar la primera magistratura del país, sin contar con las debidas preparaciones. Alguien que resulto ser peor que los anteriores, incluyendo al defenestrado Presidente Otto Pérez, un presunto criminal de guerra, y que hoy guarda prisión por todos los desmadres cometidos, durante su des gobierno;
     b) por la carencia de principios éticos y morales básicos, que han relegado de la política. Lo anterior se puede ilustrar, con las múltiples peticiones, para quitar el derecho de antejuicio, tanto al gobernante de turno, por financiamiento electoral ilícito, cuando fungió como secretario general del malévolo partido que lo llevo a la presidencia; como a los  demás malhechores que hoy; hacen des gobierno con él, en los otros organismos del Estado de Guatemala.
Y que al igual que aquellos espectros, que se metieron en una piara de cerdos, según lo narran los evangelios, son legión;
     c) por emplazar sus muy particulares intereses, a los de la comunidad que engañaron. Todos, absolutamente todos, han cooptado el estado, invadiéndolo con familiares, compinches, consuegros, yernos,  nueras, “caseros y caseras”, entre una larga lista; devengando jugosos salarios, aunque carezcan de las pertinentes cualificaciones y sean más brutos que un jumento. Sin descalificar a los jumentos, claro está;
     d) por su doble moral y doble cara con que se enfrentan en público, demostrando ser cínicos, avaros, abyectos, vulgares, extremadamente corruptos  y  populistas, entre una larga lista;
     e) por su pecado original, que es la corrupción institucional  que los corroe.  Es bien sabido que llegaron a tomar y beber hasta el pus que queda, después de vaciar las tetas del marrano, dignamente  representado, en el estado guatemalteco.
 Quienes no están en las cárceles, “sin prisa, pero sin pausa”, van rumbo a ellas, en éste periodo, o en el venidero. Solo es cuestión de tiempo;
     f) por la superficialidad y alto grado de estupidez;  con que ostentan su alta investidura. El último jueves de agosto, fuimos testigos oculares del show político, que hizo el Presidente de Guatemala, cuando por televisión se dirigió al noble pueblo de Guatemala, para informar que defenestrará a la CICIG. Lo hizo  envalentonado y acuerpado por varias decenas de militares, los altos jefes de un ejército, que en la misma medida de los políticos de turno;  también cuentan con  muchas chafarrinadas que desean esconder;  y cuentan  entre sus filas, con verdaderos delincuentes camuflados. Demás está hacer una descripción de los mismos, en virtud que son del conocimiento nacional e internacional.
 Huestes; que desde antiguo, no cuentan con la simpatía del pueblo y que con esa actitud negativa, demuestran de manera concluyente, que son  gendarmes de la corrupción y enemigos del pueblo que los mantiene, a través del pago de sus impuestos. Aunque muchos sostengan que lo hicieron para velar por el estado de derecho. ¿Cuándo lo habrán hecho?...
      La segunda cosa con la que nos hemos enemistado; es con el propio pueblo de Guatemala. Es decir, con nuestros hermanos guatemaltecos. Hoy,  es con quien “tenemos mayores dificultades”, como decía Gandhi. Sobre todo, por sesgos ideológicos, políticos, militares, religiosos, económicos, sociales, que no nos permiten clarificar, objetar, discutir, pensar y proponer, sin perder el principio de racionalidad y la memoria histórica y una visión del futuro, para cambiar el statu quo.  
Cuánta razón tiene Leo Strauss al analizar la crisis de nuestra civilización, cuando  afirma que el hombre occidental moderno, ya no piensa y  no sabe lo que quiere. Eso me lleva a suponer el porqué, de la amplia gama de criterios, con que nos descalificamos todos los días los guatemaltecos…
 Muchos han cerrado filas en contra de los entes encargados de investigar el delito  y perseguir  a quien lo comete. Quizás, porque el hilo que los separa  de un delincuente, es bastante fino, independientemente de cual sea su profesión u oficio. Incluidos el Presidente de la Nación y de los otros organismos del estado; desde ministros, pasando por los mandos medios,  hasta llegar a los conserjes;
 Nuestro conocimiento de la política, es bastante limitado y tal vez por eso; no nos ocupamos de ella. A pesar que es la segunda profesión más antigua del mundo, y como tal, decía Ronald Reagan, se parece mucho a la primera. Quizás por ello, se ha prostituido…
     Cualquiera que analice los diferentes comentarios, externados en las redes sociales, sabrá interpretar lo que escribo. Nos acaloramos con alguien, hasta llegar al descredito o la ofensa, cuando su pensamiento, no concuerda con los otros. “Izquierdista, derechista, fascista, comunista, extranjero”;  entre otra larga lista de apelativos, que sacamos de su contexto histórico y utilizamos como reticencias; muy a pesar, que desde la revolución francesa, se viene hablando de “izquierdas y derechas”, y se viene sosteniendo la pertinencia que se da, entre las dos regiones, de ese espacio político.
     Para hacer una ilustración académica del párrafo anterior, tengo a la vista el libro Ética y Política, escrito por el filosofo Adolfo Sánchez Vázquez; en donde propone, hacer un riguroso análisis sobre las relaciones que existen entre la ética y la política; y el juicio que se debe adoptar, para comprender los términos: izquierda y derecha. Concepciones que hoy se cuestionan y que incluso, sirven a los más iletrados para ofender a cualquiera, cuando su pensamiento en ese espectro político es diferente.
 Postula el autor que a veces la misma izquierda, tiene sus dificultades para fincar su territorio. Y la derecha; por su parte, tiene tendencias muy arraigadas, para pretender borrar la línea que desde antiguo, la ha separado de la izquierda. O a pretender desaparecerla cuando se presenta como “centro, civilizada o democrática”. Soslaya lo que realmente es; es decir, como derecha y acepta inclusive, proclamar como suyos los valores de justicia social, o sobre la equitativa distribución de la riqueza; valores que siempre han sido reivindicados por la izquierda. Se da una verdadera distribución de la riqueza; eso sí, pero para las familias y las alforjas de esos politiqueros, que saben muy bien, que al estado se llega a medrar…
     Mientras tanto; la verdadera identidad de una izquierda política y social, no debe ni puede deslindarse de sus valores: Libertad, igualdad y democracia. Valores que desde que los fraudes electorales, perpetrados por los generales de turno, eran su santo y seña en nuestro país, y que desde siempre;  han sido pisoteados por  esa derecha totalitaria; en sus extremos…
     En Guatemala y toda América  Latina; hemos sido testigos presenciales, de como  esos regímenes totalitarios, presuntamente democráticos, liderados por gorilas uniformados;  han violentado el estado de derecho y creado una pobreza que es hiriente y que clama al cielo. De tal suerte que, los teólogos de la liberación han dicho de ella; que es “anti evangélica, anti ética y perversa”.
     En ese espectro político, como ciudadanos del mundo, también hemos visto con tristeza, como los países del llamado “eje del mal”; por los imperialistas estadounidenses; como los logros en materia de justicia social, se mezclaron con la negación de todas las libertades inalienables e inherentes al ser humano; tales como: las libertades de pensamiento, asociación y expresión.
Algo que los politicastros en Guatemala; juntamente con el gobernante de turno, han querido coartar.
     Hoy, las personas incultas y que carecen del conocimiento de la historia; aquellas que envalentonada en falsos nacionalismos, que les obnubila la razón;  agreden violentamente, en todas sus formas, a aquellos partidarios que pretenden conquistar los espacios de libertad, igualdad, democracia y justicia; llamándoles izquierdosos, “huecos” o guerrilleros; cuando en el curso de la historia, nos hemos percatado que la derecha;  en las últimas décadas, se ha empeñado en negar esos espacios…
     Llegan al colmo del ridículo, cuando vemos a civiles que nunca han  tirado  ni con una honda y militares en situación de retiro; ofrecerse como voluntarios, para defender al impopular aprendiz de dictador; Presidente de Guatemala: “a sus órdenes presidente”, “veteranos, pongámonos en guardia”, “lo que usted mande, comandante”. Esos falsos nacionalismos, los llevan a suponer que solo ellos tienen la razón y son los únicos dueños de la verdad absoluta. Sabrán acaso lo que decía Einstein, respecto de que la única verdad absoluta, es que la verdad es relativa…
Para no pecar de ignorancia extrema y no caer en esa tentación;  postulo a que todos  averigüemos cual es nuestro pensamiento político, a fin de incidir en la problemática actual, de forma positiva y no de la forma en que los politicastros de todos los tiempos, lo vienen haciendo en perjuicio de las grandes mayorías.
Para ello, promulgo el test político en el Diagrama de Nolan, que en pocos minutos nos permitirá descubrir nuestra ideología: http://www.testpolitico.com/.
     Valga recordar las sabias palabras externadas por Platón, y que hoy siguen  vigentes: “El precio de desentenderse de la política, es ser gobernado por los peores hombres”.
 Una máxima escrita en Grecia, en el siglo IV  antes de Cristo, y que se ajusta muy bien, en nuestra Guatemala, Nicaragua y Venezuela del Siglo XXI…
     La tercera y más complicada de nuestras enemistades es  con ese  tal “Juan Chapín”, es decir,  con nosotros mismos.  Con quien “tuvimos, tenemos y tendremos” los mayores desafíos; desde la cuna hasta la sepultura.
 Muchos hoy; nos dejamos llevar por corrientes ideológicas sin mucho fundamento y con poca hondura académica. Nos arrastran por caminos inciertos las sectas religiosas, sobre todo aquellas fundamentalistas, extremadamente tóxicas, diseñadas con un único fin: disentir y dividir a la población. Muchas sectas fueron utilizadas en el pasado para confrontar, aborregar y adoctrinar malévolamente al ignorante. ¿Cuántas fueron importadas y utilizados sus miembros como tontos útiles por gobiernos totalitarios, como el de los déspotas generales: “Injusto Rufián Barrios” y Efraín Ríos –de sangre- Montt, con fines a todas luces deplorables?
Hablamos de política y de muchas otras cosas,  pero muchos no sabemos, que no sabemos mucho, sobre lo mucho que hablamos. Para hablar o escribir de política o cualquier otro tema; “tenemos que conocerlo  y para conocerlo y comprenderlo;  hay que estudiarlo”.
     Solo así, podremos salir del conflicto en donde nos encontramos estancados actualmente como sociedad y; el conocimiento adquirido; ya sea de forma sistemático o empírico, nos permitirá encontrar en la diversidad de pensamientos, la unidad granítica, que se necesita para salvar a la patria; de la putrefacción, que es el nivel máximo hasta donde hemos descendido, a causa de aquellos sujetos; que hoy defendemos a capa y espada. Ratificando las sabias palabras de Platón: “El precio de desentenderse de la política, es ser gobernado por los peores hombres”…

Referencias:
Ética y Política, Adolfo Sánchez Vásquez, primera edición electrónica 2017, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.
         

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